NUEVA YORK STREET FOOD #1: no-GUÍA de cómo moverse en la “capital americana” arriesgando el coma diabético

Ahhh Nueva York, ¿qué decir de ella? Me ha sacudido tanto que me resulta difícil encontrar las palabras.
Ciudad increíblemente asombrosa: tan vertiginosa y caótica como calmada y relajante. El Yin y el Yang del ser humano, un microcosmos completo de 360 grados y, al final, también un pequeño (aunque no tan pequeño) paraíso gastronómico.
Tal vez esa sea la definición: Nueva York, “capital” del street food del Nuevo Mundo.
Al fin y al cabo, dada mi profesión de profesor de español/italiano, ahora podría aburrirte con un larguísimo resumen en dos idiomas de mis vacaciones y fingir que tengo la autoridad para hacerte una especie de guía, mencionando simplemente los lugares donde he comido… Pero, ¿dónde estaría la diversión en eso? ¡NYC es demasiado grande y demasiado completa! Hay algo para todos los gustos y para todos los presupuestos.
Bueno, digamos que prefiero informarte sobre las opciones “low cost”; aunque, al final, en la Gran Manzana son muy poco “low”. Y tal vez, solo porque en el fondo te aprecio, podría dejarte un bonus final, que no entra en la categoría mencionada anteriormente, pero que sé que apreciarás infinitamente, además de un par de consejos generales que te pueden ayudar en algunas situaciones… Bien, dicho esto, ¡damos inicio al primer episodio de “Nueva York Street Food: no-guía de cómo moverse en la capital americana arriesgando el coma diabético”!

Upper Manhattan

Es, sin duda, la zona con mayor tránsito de la ciudad, más comercial y frecuentada por turistas. Puedes pasar de restaurantes “ejecutivos” para almuerzos de negocios a cadenas más o menos conocidas en solo unos metros.

¿Algunas degustaciones que valgan la pena?

Empezamos con un clásico: las hamburguesas de 7th Street Burger (una pequeña cadena que está ganando popularidad y que también encontrarás en otras zonas). Casi siempre hay que hacer cola, olvídate de encontrar asientos, el menú es muy básico y la presentación no es la mejor… pero al primer bocado, te aseguro que harás las paces con el mundo. Es una clásica “smash burger” – simple o doble – con queso, salsa secreta de la casa, cebollas caramelizadas a la parrilla y pepinillos… Ah, y casi olvido mencionar que las papas fritas son impresionantes. Para que te hagas una idea, a mitad de la “burguer” ya me había vuelto a poner en la fila para pedir otra.

Magnolia Bakery es una de las instituciones neoyorquinas en lo que a pastelería se refiere: aquí encontrarás principalmente productos de horno típicamente estadounidenses. Una sola palabra: ¡Brownie! El de chocolate es indescriptiblemente delicioso, pero cuando muerdas el Lemon Bar entenderás el porqué de una fila de varias decenas de metros. Ahora bien, si no te gusta llegar al extremo con la mantequilla , mejor evítalo.

Otro dulce clásico: ¿hay algo más americano que una galleta? En la capital del Street Food encontrarás toneladas, pero no todas valen la pena. Sin embargo, ¡las de Chip City sí lo valen! Dos imprescindibles: la de brownie y la clásica con chispas de chocolate.

¿Te apetece algo europeo? A pocos minutos de Times Square puedes encontrar Patis, una cafetería francesa que ofrece desayunos al estilo internacional, pero también pan y dulces al estilo clásico francés. Aquí merece la pena probar el clásico Pain au Chocolat, crujiente, mantecoso y con una generosa dosis de chocolate.

Y terminamos con… ¡otro dulce! Esta vez para los nostálgicos de los sabores de mi tierra natal. Con el calor y el sol, un gelato italiano siempre cae bien, y Anita la Mamma del Gelato está lista para recibirte. El helado es bueno, obviamente no el mejor del mundo, pero caro. En línea con los precios de la zona.

Midtown Manhattan

La parte central de Manhattan es sin duda mi zona favorita por varias razones: es una zona principalmente residencial, con mucho verde y muchos pequeños restaurantes, algunos mercados, cafeterías y pequeñas panaderías.

En el Chelsea Market, que lleva el nombre del barrio que lo alberga, realmente hay demasiada variedad para elegir. Entre italianos, tailandeses, indonesios, franceses, mexicanos y muchos más, mi atención se centró en Big Tings, un puesto de comida jamaicana bastante sorprendente, que me encantó de inmediato gracias a un delicioso Curry Goat’s Rice Bowl. El plato consiste en un estofado de cabra, típico de la cocina indo-jamaicana, picante y equilibrado en el uso de especias, que logran suavizar el sabor fuerte de la carne. Todo servido sobre una base de arroz y guisantes (aunque también había algunos frijoles negros, a pesar de que no ser reportados en el menú), ensalada agridulce de repollo y salsa de piña. También fue muy agradable el Jerk Chicken Burrito: el pollo se marina en una mezcla de especias, donde prevalece un agridulce bastante picante, se cocina entero y luego se desmenuza dentro de la tortilla, con el infaltable arroz y guisantes, mozzarella (si se puede llamar así), lechuga romana, pico de gallo y crema agria. Un burrito muy diferente del clásico mexicano, pero con un gran impacto gustativo.

Volvamos a los dulces. Probablemente habrás notado que, si mi compañera de vida y de viaje no me hubiera frenado, habría terminado en un coma diabético. Pero, ¿cómo evitar la gran cantidad de pastelerías y panaderías en las calles de Nueva York? Y déjame decirte que la calidad no hace que se extrañen las del viejo terruño.

En fin, entre Greenwich Village y West Village encontré lo que, en mi opinión, se lleva el gran premio: Dominique Ansel Bakery. La pastelería del renombrado chef francés es realmente una pequeña boutique de lujo, en todos los $entido$. Pero vamos en orden: aunque la galleta clásica con chispas de chocolate es de excelente calidad, no puede competir con el Cookie Shot, un pequeño caballito hecho de galleta de chocolate y recubierto internamente con más chocolate, listo para contener un shot de leche tibia aromatizada con vainilla de Madagascar. Una genialidad, aunque, comercialmente hablando, un poco “lamebotas”. Sin embargo, si somos completamente honestos, la estrella aquí es el DKA, Dominique’s Kouign Amann. El gran clásico bretón, una especie de croissant aún más crujiente y caramelizado, aquí llega a un 9.3 en la “Escala Mantequilla”. Y gracias a Dios cuesta 6.25$ porque, de lo contrario, no estaría aquí contándote esta experiencia.

Otra excelente opción es la pastelería Mah-Ze-Dahr, otra boutique de lujo de la pastelería neoyorquina donde las galletas son más crujientes y un poco secas; la clásica con chispas de chocolate no convence del todo, pero el Chocolate Explosion recupera inmediatamente. La Butterscotch Bar es muy quebradiza y no excesivamente dulce, mientras que el Brioche Doughnut – sí, has leído bien, un pan brioche en forma de dona y frito al más puro estilo de una dona – relleno de crema pastelera de vainilla es de los más deliciosos que he probado.

Upper West/East Side

Hablemos claro: las dos zonas están a la misma latitud, pero en lados opuestos de Manhattan, ya que representan los barrios a ambos lados del inmenso y maravilloso Central Park.

El Upper West Side es una zona residencial y universitaria, de clase media alta y frecuentada por muchos jóvenes que andan las calles desde muy temprano en la mañana. En esta parte de la ciudad, podrás probar el emblema del desayuno neoyorquino: el bagel. Hay muchos lugares donde comprarlos, pero el verdadero “santuario” es uno: Absolute Bagel. Prepárate para una cola interminable… En este caso, seguí los consejos de un local, que me invitó a probar los clásicos del desayuno americano. El primero, un clásico pan con semillas (realmente de todo tipo) y cebolla caramelizada, con una capa de queso cremoso, salmón ahumado de increíble calidad y cebollino; el segundo, un sorprendente bagel, también con semillas, relleno de una deliciosa ensalada de pescado ahumado, desmenuzado y ligeramente aliñado con mayonesa, también con una ligera capa de queso crema y cebollino. ¡Imprescindibles! Ambos.

Al otro lado del parque más famoso del mundo se encuentra el Upper East Side: probablemente la zona más exclusiva de la ciudad, un barrio donde no es raro ver las clásicas entradas de edificios con alfombras y porteros uniformados, como en las películas americanas. Aquí probamos los famosos productos de Levain Bakery, cuyas galletas son probablemente las más famosas del mundo. En esta tienda, las clásicas galletas estadounidenses alcanzan una dimensión “king size”, similar a los platos enormes que se sirven en muchos restaurantes italoamericanos de la ciudad. Solo por un fuerte sentido del deber hacia ti, decidí probar sus dos clásicos más famosos, además de un tercero: el Chocolate Chip Walnut, el Dark Chocolate Peanut Butter y el Cinnamon Brioche. Las galletas son muy buenas y diferentes de las otras que he probado: el tamaño y la altura de las galletas resultan en una pérdida de crujiente, pero un notable aumento de humedad/cremosidad. Personalmente, las encontré satisfactorias, pero no merecedoras de la fama que las precede, y aunque recomiendo absolutamente una parada en alguna de las sucursales que puedes encontrar por toda Manhattan, prefiero alentarte a probar la de mantequilla de maní. En cuanto al Cinnamon Brioche, prefiero eludir comentarios. Quizás me dejé llevar por mi italianidad con el término “brioche”, pero no era para nada lo que esperaba. En resumen, se trata de un pan brioche bastante simple, carente de la mantequilla necesaria para hacer que las papilas gustativas disfruten a pleno y también bastante seco.

¡Bien! ¿Y ahora qué?! Sé que tienes una maldita curiosidad por saber muchas más cosas… Pero he decidido reservarme el placer de contártelas en el próximo episodio de esta aventura hipercalórica. Después de todo, contar de un solo golpe todo lo que la “capital americana” del street food tiene para ofrecer sería imposible o exageradamente redundante. Nos vemos en unas semanas con el segundo episodio de ‘Nueva York Street Food: no-guía de cómo moverse en la capital americana arriesgando el coma diabético’: Katz, Chinatown, Little Italy, Brooklyn y hasta Harlem. ¡Nos vemos pronto!

 

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